domingo, 14 de diciembre de 2014

Déjame

Los elementos que unos llaman entretenimiento son para otros la dosis de morfina diaria.
De igual forma, aquellos que duermen y aseguran que descansan, distan mucho de los otros que duermen para soñar y realizar sus sueños, levantándose después más cansados que al acostarse, si cabe.
No hay nada más agotador que ver el tiempo pasar sin conseguir lo que el alma te pide.
 
 
Quiero pedirte mi primer favor.
Olvídate de todo lo creado
aquí
durante todo este tiempo,
como me pediste
aquel aciago día.
 
No me observes ni me mires de esa manera.
No saques a la luz cosas que solo nuestras sombras saben
que son nuestras.
 
Por favor, quiere de una vez.
Que un amor llame a tu puerta y tú la cierres
pero sólo una vez que entre.
Deja que yo me consuma en las cenizas de mí misma,
las pocas veces que soy fuego.
 
Deja que pueda olvidar que siempre te recuerdo.
 
Deja que trabaje para sacarte de la mente,
deja que pueda dejar de pensarte
de cada cosa en la que te recuerdo.
 
Deja que sea yo la que decida,
la que mire sin observarte,
la que fluya y viva y sangre
sin dejar rastro de toda esta muerte.
 
Deja que regrese el calor a mis manos.
Deja que vuele mi imaginación inerte,
que las noches son muy largas y duele que tus labios
bendigan algunas pieles con suerte,
 
deja que duerma a gusto sin pensar
en qué piensas, y en si lo haces a veces,
que mi mente ya no deja entrar ningún sonido
producido por tus cuerdas vocales.
 
Pero aquí estoy, en mis trece
trece veces en orden ascendente,
donde no ha habido más sal en mis ojos
por estar ya lleno el recipiente.
 
Aunque si se evapora es por el calor
de pensar que ojalá te tuviera,
así Sabina sabría dos veces mejor.
 
Porque sabes que tú y yo seríamos enormes
y no tendríamos días para pensar en el horror
de no volver a tenernos tan (de) cerca,
 
pero silencio,
que ya se acerca otra canción.